jueves, 5 de marzo de 2009

El Candil

En la época de nuestros abuelos, o bisabuelos, carecían de casi todo, no tenían agua corriente, ni luz eléctrica, sin embargo pienso que eran tan felices como ahora nosotros o más. Utilizaban utensilios de los que actualmente casi nadie conoce ni el nombre, mirando por ahí, he encontrado un artículo muy interesante en la revista folklore donde nos habla de las costumbres y tradiciones de nuestros abuelos.

Extremadura es una región olivarera, por lo que la utilización del candil, gracias a la buena calidad de su luz, estaba muy esparcida en épocas anteriores a nuestros padres y abuelos.

El empleo del candil de aceite era bastante general, y en muchas casas se colgaba de la repisa que forma el borde de la campana de la chimenea, de la candilera o de la espetera en la cocina; siempre preparado para alumbrar cuando oscureciera, pues ya se sabe: «Azadón de noche y candil de día, tontería», o también: «Ehpecie de nochi y candil de día, cosa peldía» . En las noches de invierno se evitaba gastar aceite, aprovechando el fuego de la lumbre, y en verano, lo largo de los días; pero la sabiduría popular marcaba acertadamente una fecha: «Por San Gil enciende tu candil», día primero de septiembre; o como se dice en Garrovillas: «Pol San Aguhtín, jila la mocita jun'al candil», 28 de agosto, ya los días comienzan a ser más cortos y era necesario aderezar el candil. Por el contrario, este refrán del pueblo de Botija señalaba cuando se podía evitar encenderlo: «Aguas de abril, apagan el candil», pues las tardes se hacen más largas.

El candil era moldeado en Torrejoncillo por artífices de la hojalatería, forjado en las fraguas de Don Benito o en los talleres de los artesanos de Zarza la Mayor...y en otros muchos pueblos de Extremadura.

Se vendían en los mercados y ferias de los pueblos; y cuál no sería su importancia social, que se compraban para completar el ajuar de la novia. Por ejemplo: en la comarca de la Vera era costumbre que la mujer aportara a su matrimonio una pareja de candiles; curiosamente, tenían que ser iguales. En Torrejoncillo se preparaban tres conjuntos que respondían a tres categorías sociales: si la novia procedía de una familia acomodada o era gente de «grasa», llevaba al casarse una candilera mayor con tres candiles de ala; la familia de clase media, la misma candilera, pero con un solo candil de ala y dos candiles pequeños, y las personas más humildes se conformaban con una candilera pequeña y dos candiles sencillos.

Para confirmar esta vieja usanza, comprobamos cómo en un manuscrito de principios del siglo XVII se puede leer: En la ciudad de Badajoz, a 4-IX-1604, ante mí el Escribano e testigos Beatriz Gudina, mujer de Pedro de Salazar, dio y entregó a Juan Carballo, su yerno, con quien casó su hija, la dote que le prometió en los enseres e alhajas tasados e apreciados en la forma siguiente: -Entre una larga lista de útiles- 2 candiles, 9 reales» .

En otro documento del mismo siglo: «Constanza Rodríguez, mujer de Francisco López, labrador de Telena, otorga testamento en 7-IX-1604 ante el Escribano Juan Gómez Balvellido; en él contiene la siguiente información suntuaria:

...me dieron mis padres ...en casamiento cuatro sábanas y -Entre otros muchos enseres- 2 candiles y....

Ciertamente que esta práctica tenía que darse, al menos, en Almadén (pueblo contiguo a Extremadura), según dice el cantar:


En Almadén

me quiero casar,

que cuerno y candil

no me han de faltar.


También en Zarza la Mayor, pueblo de herreros, se canta el día de la boda:


El día que yo me case

ya llevo mi dote,

la cuchara jerreña

y el candilote.


Otra versión de esta costumbre ancestral son estos versos recogidos en Castuera; pero a falta de la cuchara jerreña, buena es la de palo:


El día que te cases

te daré la dote,

la cuchara de palo

y el candilote.


Y al final de la jornada, ¿cuántas veces no apagaría el moco de la torcida, mojando con saliva sus dedos pulgar e índice, para evitar que humease y la alcoba se llenara de aquel mal olor?


La copla dice:

Acostar, acostar

a dormir, a dormir

a tirar de la manta

y apagar el candil


Y en Tejeda del Tiétar se canta:


No quisiera parecerme

al pobrecito candil,

que todos le dan muerte

cuando se van a dormir.


Sin embargo, en La Garganta se escucha esta otra versión:


Quién fuera clavito de oro

en que se cuelga el candil,

para verte desnudar

y a la mañana vestir.


Bella estrofa, que encandilaría la imaginación de los mozos en sus noches de ronda.

El candil era llevado y traído, en la casa, por la mujer y en la calle, por el hombre. Brillaba apagado entre sones de guitarra y ranraneos de botella, por entre las calles y plazuelas de nuestros pueblos; como en Villanueva de la Vera:


"Una vieja y un candil

la perdición. de una casa,

la vieja, por lo que gruñe,

y el candil, por lo que gasta.


Son chismorreos que se cantan «alrededor de la lumbre del candil». ¿Será verdad lo que dice la copla? Lo del candil, puede ser; puesto que según cuentan: en un pueblo de Badajoz, Higuera de Vargas, vivía un hombre llamado «Piro», que un día, desesperado por lo que gastaba el candil, y viéndose en la miseria, le propinó un tiro con la escopeta. De aquí el dicho popular: «Te voy a dar un tiro, como Piro al candil» .

Otras canciones han nacido de la algazara del Carnaval, en la alegría de las fiestas, en las bodas, etc.; dictadas por el ingenio abierto y campechano del hombre extremeño. Como esta jota de Carnaval, que se canta en Tejeda del Tiétar:


¡Ay!, que te vi,

que te vi.

Con la puerta cerrada

y apagado el candil.

¡Ay! que te vi,

que te vi.


Y que continúa picante en Garrovillas:


Tu madre tuvo la culpa

por dejar la puerta abierta,

y yo por meterme adentro

y tú por estarte quieta.


Que te vi, que te vi

con la puerta cerrada

y apagado el candil.


Cuando el candil se apagó

volvimos a abrir la puerta,

pero ya sabes que antes

tú te habías estado quieta.


Que te vi, que te vi

con la puerta cerrada

y apagado el candil.


Tu madre se había acostado,

tú apagaste el candil

porque estabas esperando

que yo pudiera acudir.


Que te vi, que te vi

con la puerta cerrada

y apagado el candil.


Durante la noche Sanjuanera (24 de junio): «Se plantaba un «pimpollo», un pino nuevo, recién cortado, dejándole arriba su vástago de pinaza, al tiempo que cantaban:


Debajo de un pino verde

tiene mi amante la cama

y cuando se va a dormir

cuelga un candil en la rama.»


En otro cantar de Tejeda que nos dictó María Naranjo, de 81 años, puede que sea una reminiscencia o recuerdo de lo que hace mucho serían aquellas noches de San Juan en el pueblo:


En los jardines del turco

tiene mi dama la cama,

y cuando se va a acostar,

cuelga el candil de una rama.


Misteriosa noche de San Juan, llena de encantos y brujerías, de poderes fecundantes y árboles engalanados. Mientras la gente del pueblo de Santibáñez el Bajo salta sobre las hogueras para purificarse y arrojar sus males al fuego, como comenta Félix Barroso. «La cantinela del sortilegio volvió a sonar en los labios de muchos niños y muchachos:


«Sarna en una buranca,

¡salú pa Tomah Arranca!»

«Sarna en un pucheru,

salú pa Vitu Lineru.»

«Sarna en un candil,

salú pa Tedoru Chaplín!»


En Viandar de la Vera, con motivo de la Fiesta del Rosario, primer domingo de octubre, se canta «La ronda de las rosqueras»:


Que ya la veo venir

y alegraros compañeros,

que ya la veo venir,

con el candil en la mano

y el convite en el mandil.


Otra versión que canta el Grupo Viandareño:


Han llegado los compañeros,

que ya los veo venir

con el candil en la mano .

y echan pringue en el candil.


En Valdeobispo, el día de la boda, al concluir la primera comida que se celebra en casa del novio, se canta la siguiente tonadilla, acompañada de tamboril y flauta:


La madrina de esta boda

parece un serafín,

y el padrino parece

garabato de un candil.


También en Extremadura se bailaba a la luz del candil; prueba de ello es la «Jota del Candil», llamada así por el candil que llevaban los mozos cuando iban al baile; pero realmente se la conoce por «Jota de Alcuéscar», por ser originaria de este pueblo cacereño. y «El Candil», corridiño oliventino, melodía popular nacida en Olivenza. Debe su nombre al candil que iluminaba la estancia donde se reunían para bailar.

En el habla popular se encuentran dichos, decires, anécdotas..., referidos al «candí» o «candili» (en plural), como se dice en Arroyo de San Serván o en Montehermoso. Algunos son difíciles de comprender, otros son más fáciles de entender su significado.

En Tejeda del Tiétar, cuando algo se había perdido, y para encontrarlo fue necesario recorrer con el candil todos los rincones de la casa, se decía comentando el hecho: «Hubo de buscarlo a moco-candil».

Y cuando salían mal las cosas, se despotricaba también del «pobre» candil:


Mecachen la pena negra

y en la fábrica de tabaco

y en el candil de mi suegra,

que no tiene garabato,


En Sierra de Fuentes, en Alcántara, en Garrovillas, en Villanueva de la Serena, en..., la novia solía decir al novio con cierta sonrisa picarona, cuando éste la visitaba en su casa:


El candil se va a apagar

y mi madre no está aquí,

yo no digo que te vayas

pero qué quieres hacer aquí.


Otra versión:


El candil se está apagando,

la alcuza no tiene aceite,

no te digo que te vayas

ni tampoco que te sientes.


Y aquello que se decía cuando el aceite del candil lo vertía el marido...Es curioso recordar que cuando el candil era derramado por el dueño de la casa, la mujer, malhumorada, le reprendía, y siempre decía: «Lo acabo de llenar.» En cambio, cuando ella lo vertía, antes de que él comentara nada, ella se excusaba: «No, si estaba agotado.»

Ya no alumbra el candil en la casa; como recuerdo, algunos quedan en la cocina, apagados y fríos. También como monumento público, cuelga a la entrada de bares, mesones, restaurantes...

Pero aún perdura la llama de estos candiles en los ojos del hombre viejo, y sus palabras son poemas que lucirán para siempre:


Harto de soplar candiles

el arriero en posadas,

se vio metido en tal trance,

que es digno de mencionarse

por la ocurrencia pasada.


Pues al llegar la bombilla

con su luz tan clara y bella,

sostuvo mil opiniones,

y no encontrando razones, dijo:

¡Un candil en la botella!


Fuente. Revista folklore http://www.funjdiaz.net/folklore/03anios.cfm

Autor: GONZALEZ NUÑEZ, Emilio y Demetrio

1 comentario:

Alberto Sanna dijo...

Podeis mas modelos de candil en el museo del candil www.candiles.org